Cómo (no) arreglar el mundo a través del deporte

En el colegio, yo era del mismo curso que la gallina Caponata y Perejil. Con eso lo digo todo. Tiempos difíciles. Teníamos que usar sacapuntas, pasar a la siguiente canción usando un boli, y sufrir cómo España siempre se quedaba en el camino de conseguir algo importante en lo deportivo. Algo que sí que no éramos: tragaldabas.

Se consiguió la democracia, estatutos autonómicos, la abolición del servicio militar obligatorio, y otras tantas cosas… y todo tuvo su precio. En fin, éramos tipos que creíamos en las causas. Al menos yo, y unos muchos y muchas que conozco. Ahora todo es postureo. Y no me refiero sólo a las nuevas generaciones. Los más jóvenes, pues han crecido así, con el puto YouTube y un móvil en la mano. Más preocupante es qué cojones nos ha pasado a las generaciones previas en el camino.

Que el ruso es un bastardo, pues ninguno lo ponemos en duda. Pero que los del otro lado son igual de bastardos, pues que a nadie le sorprenda tampoco. Lo de los políticos traspasa fronteras, ideologías y eras. Al fin y al cabo, un político es un tipo, o tipa, que defecaría, haría de vientre, caca, o incluso se rilaría, en la mismísima tumba de sus progenitores si eso le garantizara el acceso al poder y a vivir del cuento para los restos.

Ahora todos sacan pecho en su mejor versión de Maguila Gorila. Postureo. Qué gran oportunidad para desviar la atención lejos de sus lamentables gestiones de la pandemia – que, por cierto, parece que ya no existe. Mientras, como siempre, los que pagan son los ciudadanos de a pie. A uno y otro lado.

Que si prohibimos RT, que para eso somos el mundo libre que cree en la libertad de expresión. Que si congelamos los assets de esos mismos que han estado financiando nuestros partidos políticos – eso sí, sin devolver un duro, o sin dárselo a los Ucranianos, que no es que les haga falta, oye. Que si forzamos al del equipito de fútbol a que lo venda… Creo que los Gipsy Kings se están pensando seriamente cambiar la letra de su famoso Bamboleo. Más bien, postureo… porque la vida yo la aprendí a vivir así…

Pero que nadie se preocupe. Vamos a por los atletas rusos y bielorrusos, que así lo arreglamos todo.

‘Oiga, que yo llevo jugando al tenis y viviendo en la Costa Brava desde que tenía doce años.’

‘Da igual, nene. Es que el deporte y la política nunca se deben mezclar. Pero me han llamado los de arriba… y ya se sabe. Postureo, postureas…’

Mientras, nos parece estupendo convertir atletas ucranianos armados hasta los dientes en chicos y chicas póster. Por supuesto, tienen todo el derecho a defender su país. Pero lo cortés no quita lo valiente… ¿o sería al revés en este caso?

Tipos como Mazepin se van a ver privados de participar. Qué alivio. Ucrania está a salvo. Eso es ahora que se trata de hacer postureo político. Cuando el nota se mereció con creces ser excluido por motivos derivados de su propia conducta, entonces se impuso el caballero Don Dinero y se miró hacia otro lado. Viva el mundo libre y consecuente.

Pero no es para sorprenderse. El Barça siempre quiso ser gobierno catalán en la sombra; el Madrid, uno, grande y libre… Yo seguiré con el consejo de mi terapeuta; cada vez que un dirigente deportivo trepa me hable de que el deporte crea lazos, fomenta la cooperación y nos une… me desahogaré con esa expresión inglesa tan castiza de ‘go fuck yourself’. Really. Big time.