Yoga para futuros doctores: ¿Milagro hindú o placebo con olor a incienso?
¿Puede el yoga realmente mejorar nuestra salud mental? Un reciente estudio afirma que sí y tras sólo 10 semanas de práctica. Lo analizamos con lupa y humor: ¿cura real o placebo con incienso? Este es nuestro análisis sin humos.
SPANISHSALUD MENTALYOGA
JM Benavides
4/13/20252 min read


Estudiantes de medicina, esos seres de luz que, entre disecciones de cadáveres y maratones de apuntes, intentan no volverse locos del todo y sobrevivir ante lo que se les viene encima con la IA. En ese contexto, llega un estudio húngaro de la Universidad de Pécs con una promesa digna de gurú de YouTube: 10 semanas de yoga y, “tachán”, adios estrés, ansiedad, depresión, insomnio y hasta la incapacidad para regular tus emociones. Vamos, que si esto es cierto, con la matrícula del MIR hay que dar una esterilla y a pastar.
¿Qué se hizo en el estudio?
Pues 220 estudiantes de medicina -la mayoría mujeres, voluntarios, y sin grupo control- se apuntaron a un curso de yoga de 10 semanas basado en el protocolo GSY "Goodbye Stress with Yoga". Nombre con más marketing que un batido detox de espinacas.
Cada sesión de 90 minutos de postura por aquí, respiración por allá, meditación por acullá. Todo muy estructurado, con cuestionarios validados antes y después para medir el impacto.
Los Resultados: ¡Namasté, depresión!
Tras las 10 semanas de duración del programa, los datos gritan: p < 0.001 en todo lo bueno. Baja la ansiedad, el estrés y la depresión. Sube la calidad de vida, el sueño y la regulación emocional. Hasta el control de impulsos mejoró, así que goodbye a gritarle al microondas.
Pero no todo es Jauja…
Lo bueno del estudio:
Uso de herramientas validadas (DASS-21, PSQI, WHOQOL-BREF, DERS).
Tamaño de muestra decente.
Resultados consistentes y estadísticamente significativos.
Intervención bien estructurada y replicable.
Lo que huele a incienso:
Ausencia total de grupo control. No hay forma de saber si los resultados se deben al yoga, al efecto placebo, a la expectativa, al contacto social o a que simplemente por dejar de estudiar un rato durante 10 semanas la cosa mejoró de inmediato.
Selección voluntaria y no aleatoria. ¿No será que quienes se apuntaron al yoga ya eran más propensos a tomarse en serio las sesiones?
Predominio femenino extremo (89%). Imposible generalizar. ¿Y qué pasa con nosotros? Lo mismo es que a los húngaros no les va nada esto del yoga y prefieren la halterofilia. ¿Obtendrían similares mejoras psicológicas dejándose rodillas y lumbares en el intento?
Sin seguimiento a largo plazo. ¿Los efectos duran o se esfuman como el humo del palo santo? Porque 10 semanas no dan para mucho…
Conclusión: ¡Haz yoga, pero no te flipes!
Este estudio es como ese colega que te promete que con ayuno intermitente y duchas frías vas a llegar al Nirvana. Algo hay, pero no es para tanto. El yoga ayuda, seguro. Pero sin grupo control, sin seguimiento a largo plazo, y con una muestra tan específica, las conclusiones deben cogerse con pinzas. O mejor dicho, con pinzas mientras mantienes la postura del Guerrero II.
De cualquier forma, la próxima vez que te sientas como una ameba estresada, igual vale la pena probar el yoga. Pero que no te vendan que sustituye a la psicoterapia, el ejercicio regular o dormir tan a gusto como un oso en hibernación.
Namasté y café para todos.
Para más información: Chauhan, S., Najaf, S. S., Gergely, L., Kinga, K. A., Karsai, I., & Prémusz, V. (2025). Impact of 10 weeks of yoga intervention on mental health and overall well-being among medical students: GSY study. Sports, 13(4), 114.
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